Monasterio de Santa María de Bujedo
El Monasterio cisterciense de Santa María la Real de Bujedo se localiza a unos 25 kilómetros al Este de la Ciudad de Burgos, en pleno Alfoz de Juarros y muy próximo a las primeras elevaciones que anuncian ya la proximidad de la Sierra de la Demanda.
Existen discrepancias en cuanto a su fecha de fundación, siendo los años 1159 y 1172 los años más apuntados como posibles. Lo que sí parece claro es que las principales personalidades que promovieron la fundación de un monasterio en Bujedo fueron Don Gonzalo de Marañón, Alférez del Rey Alfonso VIII de Castilla y figura de notable relevancia en la corte castellana de la época, y su esposa Doña Mayor García de Haza, quiénes, a mediados del siglo XII, donarían el lugar de Bujedo al monasterio cisterciense francés de Gimont.
La primera mención documental que de manera inequívoca da fe de la existencia del cenobio de Bujedo hay que remontarla al año 1182, momento en el cual la citada Doña Mayor García, bajo el auspicio de Bujedo, funda una comunidad monacal femenina en la villa de Haza.
En dicha carta fundacional, entre otros firmantes, aparece el nombre de Fortunato, primer abad de Bujedo que había llegado a tierras burgalesas, en compañía de otros once monjes, procedente de la abadía francesa de Escaladieu, filial de Morimond, y desde donde llegaron también los primeros religiosos destinados a poblar otros cenobios cistercienses españoles de la relevancia de Veruela (Zaragoza), Fitero y La Oliva (Navarra), Monsalud (Guadalajara) o Sacramenia (Segovia).
Pese que a lo largo de la Edad Media constan algunas donaciones reales, especialmente de la Reina Urraca, lo cierto es que la de Bujedo fue siempre una comunidad modesta, contando con pequeñas heredades en el propio Alfoz de Juarros y en torno a Aranda de Duero y Haza, solar de su fundadora y protectora Doña Mayor García.
Así pues, sin avatares históricos de especial relevancia y caracterizada por su extrema humildad, la vida monacal se prolonga en Bujedo hasta 1835, año en que la Desamortización de Mendizábal provocó la definitiva exclaustración del cenobio y el abandono del mismo, pasando a partir de entonces ser utilizado el monasterio como morada temporal de varias familias de jornaleros, y la iglesia como establo y corral de ganado.
Tras pasar a titularidad privada, ya en el siglo XX, los restos de Santa María de Bujedo fueron objeto de una restauración por iniciativa particular de Rafael Pérez Escolar. Lo que ha dado como resultado su situación actual en la que se conserva la iglesia y la sala capitular y se ha reconstruido una parte del claustro que corresponde al siglo XVII.